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Beatificación y Canonización: el largo proceso para llegar a los altares


“El Perú es una tierra ensantada”, nos dijo el Papa Francisco, en su visita al Perú, dirigiéndose a los jóvenes antes de rezar la oración del Ángelus en la Plaza de Armas de Lima el domingo 21 de enero del 2018. Se refería no sólo a los cinco santos que produjeron estas tierras durante el virreinato, sino a la lista de Siervos de Dios, Venerables y Beatos que tienen iniciado un proceso rumbo a los altares, un camino que no es fácil y que no siempre culmina exitosamente “porque la Iglesia tiene criterios de exigencia y riguridad científica y teológica y por ello examina y discierne con seriedad”, según explica en esta entrevista el P. Benjamín Crespo SJ, Vice Postulador de las Causas de Beatificación y Canonización de Venerables padres jesuitas Francisco del Castillo y Alonso de Barzana. También nos explica con detalle ese riguroso proceso eclesiástico. A pesar de la magnitud de la tarea encomendada, nos exhorta a rescatar y valorar la santidad del pueblo fiel de Dios, de aquellos que como nos dice el Papa Francisco son santos todos los días en su entorno cotidiano, y que los recordamos en la Fiesta litúrgica de Todos los Santos.

Los cinco santos peruanos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo y San Juan Masías.

¿Cómo se encarna la idea de la santificación en el mundo moderno?

La santidad es el rostro más bello de le Iglesia y está en la identidad y en la raíz del pueblo fiel y santo de Dios. De allí proceden determinadas personas que las tenemos, recordamos y apreciamos como referentes, como testigos creíbles del evangelio, como modelos que nos acercan a Dios y a los hombres, son los rostros concretos de Dios en la realidad humana. La santidad no es algo abstracto, no está en las imágenes de yeso. Estamos más acostumbrados a un mundo de ideas categóricas y la fe no tiene que ver con eso sino con una relación más personal y existencial de los seres humanos con Dios. La santidad se valora desde el inicio, durante la vida, en el momento de la muerte, y sigue presente en la vida de esa persona.

Usted como Vice Postulador promueve dos causas simultáneamente, las de los Venerables Padres Francisco del Castillo y Alonso de Barzana: ¿ambos podrán llegar a los altares?

Eso lo decide Dios y las autoridades de la iglesia, de manera especial el Santo Padre. Yo estoy abocado a estas dos causas y colaboro en cierta forma con una tercera, la del P. Pedro Arrupe.

¿Hay plazos para estas causas?

No, absolutamente. Plazos no hay. Hay causas que llevan pocos o muchos años. La del P. Alonso de Barzana se inició 39 años después de su muerte, en 1637, a solicitud de los jesuitas del Perú reunidos en la VI Congregación Provincial. Pero por diversos factores —incluida la supresión de la Compañía— desde esa época nos pasamos a junio del 2015. Pero en 1977, el P. Jorge Mario Bergoglio, en ese entonces Provincial de la Provincia Argentina y actual Papa Francisco, con ocasión de celebrar los 400 años de la llegada de los jesuitas a ese país, habló del primer jesuita que ingresó a la Argentina por las tierras de Santiago del Estero: el P. Barzana. En el 2015 yo estaba en Roma, como Secretario Regional de las Asistencias de América Latina, y vino a verme a mi oficina de la Curia General el Postulador General de la Compañía, P. Anton Witwer, luego de una entrevista personal con el Papa Francisco en la que le había manifestado su deseo de reabrir la causa del P. Barzana y me preguntó si sabía quién era. En ese momento le dije que no sabía pero que podía infórmame y darle luego la respuesta.

¿Qué les dijo el Papa a los jesuitas peruanos en el encuentro con él en la sacristía de la Iglesia de San Pedro el año pasado cuando nos visitó?

“A mí, Barzana me sedujo”, ¿por qué? Por su vocación misionera, por su inculturación en los pueblos, por transmitir el evangelio en la propia lengua de la gente. Por sembrar la fe.

Durante la reunión con sus hermanos jesuitas, en la iglesia de San Pedro de Lima, se le obsequió al Papa una imagen del P. Barzana

¿Cuál es en este momento la situación de la causa del Venerable Siervo de Dios Padre Francisco del Castillo, conocido como “El Apóstol de Lima?

La causa del P. Francisco del Castillo (1615-1673) lleva muchos años, murió en Lima el 11 de abril de 1673 y su causa se inició cuatro años después de su muerte en 1677. El Provincial P. Hernando Cavero presentó la petición el 17 de mayo solicitando de manera formal al Dean y Cabildo Metropolitano del Arzobispado de Lima la apertura de las informaciones sobre la vida y virtudes heroicas del P. Francisco del Castillo. Se abrieron otros procesos en Chucuito, Huancavelica, Trujillo y Yanacocha. Esta causa ha tenido muchos momentos, pero quedó estancada en Roma en 1912, pues se pedía aclarar algunos temas respecto a sus virtudes heroicas y poder continuar este proceso canónico. Lo que ha continuado ininterrumpidamente, gracias a Dios, es lo que llamamos “el culto desde tiempo inmemorial” especialmente en la Iglesia de San Pedro, donde acuden muchísimas personas a rezar, a tocar su tumba y la Cruz del Baratillo, de especial devoción de los limeños de toda condición social. Y esto tiene un valor y significado muy importante para continuar hoy promoviendo su causa de beatificación y canonización.

¿Y la causa del P. Alonso de Barzana?

El Venerable Padre Alonso de Barzana (1530-1598) murió en la madrugada del 1 de enero de 1598 en la ciudad del Cusco y fue enterrado en la cripta de la Iglesia de la Compañía. Durante su vida fue un misionero itinerante: recorrió a pie y acaballo por lo que hoy es Perú, Argentina, Bolivia y Paraguay. Y ya desde entonces en esos pueblos era conocido como el “padre santo’. Justo en estos días hemos estado en la Ciudad del Cusco y en los pueblos de la actual Prelatura de Juli alrededor del lago Titicaca donde hemos iniciado este proceso de promover su causa de beatificación y canonización. Impresiona de manera especial el recuerdo y la memoria viva de los primeros misioneros jesuitas que llegaron en 1576 a la famosa Doctrina de Juli, que en ese tiempo comprendía 100 pueblos donde vivían 30,000 personas de cultura y lengua aymara. Allí, el P. Barzana y otros jesuitas anunciaron el evangelio y lo proclamaron en lengua aymara, es decir, inculturaron el evangelio promoviendo la vida de esos pueblos del sur andino.

Muchos fieles se preguntan qué pasará con estos jesuitas si no se produce el milagro deseado para lograr la beatificación y más adelante la canonización.

Yo no sé adónde esto me va a llevar. Yo no sé si esto va a concluir en una declaración en la que el Papa los declare beatos o santos, no sé si van a ocurrir milagros, pero lo que sí sé es que tengo que darlos a conocer y que el santo pueblo fiel de Dios los reconozca como tales y pidan su intercesión. Y me guío por el consejo de San Ignacio: “haz todo, como si todo dependiera de ti, pero sé consciente que todo viene de Dios”.

Un proceso muy riguroso

Dentro de los procedimientos que se siguen en una causa de beatificación y canonización ¿dónde estamos y que es lo que falta en cada una de ellas?

El proceso canónico tiene dos fases, una diocesana y otra romana. Se inicia allí donde esa persona murió, por eso los procesos de los Venerables Padres Francisco del Castillo y Alonso de Barzana se iniciaron respectivamente en Lima y en Cusco. Se recogen los testimonios escritos y orales de sus virtudes vividas en forma heroica y acerca de su fama de santidad. Concluido el proceso diocesano todos los documentos se envían a Roma a la Congregación para las Causas de los Santos y se inicia la fase romana.

Pero se habla de cuatro pasos o etapas…

Así es: Siervo de Dios, Venerable, Beato y Santo. La primera empieza recopilando información, testimonios para presentar a la Santa Sede un informe sobre la vida y virtudes de la persona, que puede ser postulada por un Obispo, una Congregación Religiosa, un grupo de fieles, una persona particular. La Santa Sede examina el caso y si procede, se da inicio a la causa. Esa es la primera etapa, donde se le declara Siervo de Dios. El proceso puede durar pocos o muchos años, recogiendo testimonios, verificando, examinando, discerniendo las virtudes heroicas. Todo eso forma parte de una documentación voluminosa que será examinada por los peritos de la Santa Sede. Tiene que escribirse también una biografía con mucha rigurosidad histórica y científica y con fundamentos y documentación que den solidez a esa historia de vida. Luego todo eso pasa a una junta de Teólogos y Cardenales, expertos en distintas materias (teología, historia) y presentan la causa al Papa en Consistorio de Cardenales y será él quien finalmente tome la decisión. Al concluir, el Papa da el decreto a través de la Congregación para las causas de los santos declarando las virtudes heroicas, entonces se le declara ‘Venerable’, que es la segunda etapa. A partir de allí se promueve la devoción.

Relación de Siervos y Siervas de Dios del Perú, entre los que figuran 3 laicos

Y en términos de fe ¿qué significa ser declarado Venerable?

Que es una persona ejemplar, que ha vivido con virtudes heroicas su vida cristiana. Pero no se ha comprobado aún ningún milagro. Entonces, se pasa a la tercera etapa: la documentación que debe ser completa, la biografía bien hecha, se va promoviendo la devoción a la persona, se investiga a partir de cuándo y por qué se dio ese culto, qué favores o gracias han recibido los fieles. Pero hay una confusión grande entre gracia, favor o milagro. Debo añadir que actualmente, para la beatificación, además de comprobar y discernir la heroicidad de las virtudes, martirio, hay una nueva vía: el ofrecimiento libre y voluntario de la vida y la heroica aceptación por caridad de una muerte segura y a  corto plazo, conforme a la Carta Apostólica del Papa Francisco en forma de Motu Propio “Sobre el ofrecimiento de la vida” fechada en Roma el 11 de julio del 2018.

Los seis Venerables peruanos incluyendo a los jesuitas Francisco del Castillo y Alonso de Barzana.

¿Puede explicar la diferencia entre gracia, favor y milagro?

Gracia y favor es lo mismo y se considera como un regalo especial de Dios. En la Iglesia un milagro es en sí un hecho sobrenatural en el cual se manifiesta el amor de Dios hacia los seres humanos. San Pablo presentó el carisma de obrar curaciones y el poder de obrar milagros como procedentes del espíritu de Dios y destinados al bien común.

¿Se exige un tipo especial de milagro?

El milagro, requerido para la beatificación de los Venerables Siervos de Dios y para la canonización de los Beatos, ha sido siempre examinado con el máximo rigor. El milagro suele ser una curación médica debidamente comprobada por la ciencia con un examen estrictamente riguroso y que el modo de la curación debe ser: instantánea, completa y duradera, científicamente inexplicable. Uno de los criterios fundamentales en la valoración de los milagros referentes a las curaciones son su totalidad, estabilidad y también la durabilidad.  Desde el punto de vista jurídico-canónico un milagro está constituido de dos elementos: uno científico y otro teológico, siendo el científico prerrequisito para el teológico.

Representación del primer milagro de San Martín de Porres.

¿Hay clases o tipos de milagros?

Podemos decir que hay dos tipos de milagros. Son eventos de carácter físico, que puedan ser demostrados en los ámbitos científico y teológico en base a demostraciones y documentación recogida. Ejemplos: curaciones de enfermos y otros hechos físicos que pueden ser presentados como milagros: la multiplicación (del arroz o del agua), el escaparse del peligro (la salvación de la tripulación de un submarino, la ausencia de daños catastróficos necesariamente esperados después de una caída de una gran altura o el pasar de un camión sobre el cuerpo). En cambio, no son tomadas en consideración las curaciones por ejemplo de enfermedades psíquicas o hechos de carácter moral (conversión repentina, renuncia a un vicio, reconciliación de una familia). En estos casos no es posible demostrar la integridad de la curación incluso llegar a la certeza de que un determinado hecho sea duradero.

O sea que un milagro no siempre tiene que ser una curación…

La mayoría de los casos que se presentan son curaciones de enfermedades que se consideran milagrosas. Pero se requiere contar necesariamente con toda la fundamentación y comprobación médica y científica, en base a la cual se da luego el juicio teológico por parte de la Iglesia. Requiere contar por escrito con el parecer del médico especialista que pruebe y afirme que se trata de un hecho que va más allá de la ciencia, es decir, inexplicable por la ciencia.

Estos son nuestros beatos peruanos

¿Cómo se comprueba?

La presunta curación tiene que someterse a una junta médica, con todo el respaldo posible del caso, toda la historia clínica y el testimonio escrito de la persona curada o, en caso de haber fallecido años atrás, de personas cercanas que den testimonio escrito, de los doctores que la trataron, explicando el diagnóstico, el pronóstico, los tratamientos y si el caso constituye un hecho extraordinario. Todo tiene que estar clara y rigurosamente especificado. Es decir, un milagro parte de una realidad médica, de la ciencia. Paralelamente, los testigos deberán acreditar la intercesión del Venerable Siervo de Dios o del Beato en este presunto milagro. Posteriormente, un conjunto de teólogos estudian el nexo entre el hecho señalado por la consulta médica y la intervención de Dios por la intercesión del Venerable o del Beato según  el caso particular. Luego de examinar el caso concreto según lo establecido en la normativa de la Iglesia, en sesión solemne de Cardenales y Obispos de la Congregación para las Causas de los Santos se da el veredicto final sobre el «milagro». Si es positivo, se prepara un Decreto que se somete a la aprobación del Santo Padre que, en última instancia, aprobará la beatificación o la canonización.

Materiales para promover la causa de beatificación del P. Alonso de Barzana

Es decir, para llegar a Beato hay requisitos que no todos los Venerables pueden satisfacer…

Se supone que al iniciarse el proceso establecido por la Iglesia debería llegar hasta el final. Pero ocurre que en el camino se van quedando algunas causas, a veces se estancan y vuelven a resurgir. Todos los procesos son diferentes. La fe no hace más fácil este proceso y quien va a poner más objeciones es la iglesia, que no da facilidades para ello. Hay un miembro de la Congregación para las Causas de los Santos cuya responsabilidad y tarea es presentar las objeciones, es el llamado ‘promotor de justicia’. Antiguamente se le llamaba “el abogado del diablo”.

¿Y cuál es la cuarta etapa?

Después de ser declarado beato tiene que haber otro milagro para ser declarado santo. Pero hay una distinción. Para ser beato mártir no es necesario un milagro ni atestiguar virtudes heroicas, pues se considera suficiente heroicidad al mismo martirio. Por lo tanto, un mártir no es declarado Venerable, sino directamente Beato. Allí acaba la diferencia, porque mártir o no, la siguiente etapa es la canonización y consecuente reconocimiento como santo.

Y para eso, ¿qué se requiere?

Otro milagro –que, en el caso de un mártir, será el primero— pero ocurrido después de la beatificación. Si revisamos el conjunto de la iglesia en el Perú tenemos 5 santos, 6 beatos –de los cuales 3 son mártires—, 6 venerables y 18 siervos de Dios.

El sacerdote italiano Alessandro Dordi, y los religiosos polacos Michal Tomaszek y Zbigniew Strazalkowski, asesinados por Sendero Luminoso

¿Cuáles son esos tres mártires?

Los asesinados por Sendero Luminoso en los pueblos de Pariacoto y Santa, diócesis de Chimbote, en 1991.

Además del segundo milagro ¿hay alguna diferencia importante entre beatos y santos?

Los beatos son venerados públicamente, pero solo por la iglesia local, o al interior de la Congregación Religiosa a la que pertenece, no se incluyen en el calendario romano ni se proponen a toda la iglesia universal, pues según lo que dicen los documentos de la Iglesia, la diversidad y particularidad está dada por la universalidad o no del culto. A los beatos sólo se les tributa culto público en las comunidades en las cuales estas personas han brindado un servicio particular. A los santos se les rinde culto universal.

En la Compañía de Jesús, ¿cuántos son los Santos, Beatos, Venerables y Siervos de Dios?

Los datos que tenemos a la fecha son: santos, 53 (19 confesores y 34 mártires); beatos, 154 (8 confesores y 146 mártires); venerables, 12 confesores; y siervos de Dios, 163 (45 confesores y 118 mártires). En total, 381 (84 confesores y 298 mártires). También es importante conocer que las causas en proceso en sus diversos momentos son: de beatos: 11, de venerables: 12 y de siervos de Dios 36.

El Papa Francisco ha declarado recientemente un nuevo beato mártir jesuita, ¿quién es?

Efectivamente, el 14 de febrero pasado el Papa Francisco declaró beato mártir al P. Emilio Moscoso Cárdenas (1846-1897), conocido como el mártir de la Eucaristía. La ceremonia de beatificación se realizará el próximo 16 de noviembre en la ciudad de Riobamba, Ecuador, donde fue martirizado. El P. Moscoso vivió en Lima. Trabajó primero en la Residencia e Iglesia de San Pedro y luego en el Colegio de la Inmaculada donde se incorporó definitivamente a la Compañía  mediante la profesión de sus Últimos Votos el 8 de septiembre de 1879.

¿Por qué es mártir?

En la madrugada del 4 de mayo de 1897, durante una guerra civil en Ecuador, los militares fieles al régimen rompieron a hachazos las puertas del templo del colegio de los jesuitas en Ríobamba, abrieron el sagrario, tiraron al suelo las hostias consagradas, pisoteándolas y libando licor en los vasos sagrados, se burlaron de los sacramentos y de la predicación. Seguidamente pasaron hacia la vivienda de los jesuitas. El P. Moscoso se encontraba orando en su cuarto. Le dispararon a bocajarro y caído lo remataron. Ese mismo año nació una devoción muy especial en la Capilla del Colegio San Felipe Neri de Riobamba, por la reparación del sacrilegio y del martirio del Padre Emilio Moscoso, quien ofrendó su vida por la fe y su profundo amor a la eucaristía.

Cuadro que representa el asesinato del Mártir ecuatoriano P. Emilio Moscoso Cárdenas SJ, cuya ceremonia de beatificación será en noviembre.

Finalmente, ¿por qué son importantes los santos?

Creo que lo importante cuando se habla de los santos es situarlos como parte del santo pueblo fiel de Dios. Lo que hay que rescatar y subrayar es la santidad del pueblo de Dios, todos estamos llamados a la santidad de vida, del que es santo todos los días en su entorno cotidiano, con su ejemplo, con su actividad, los laicos, no solo los sacerdotes, las religiosas o los Obispos y Pastores de la Iglesia. Todos sin excepción.

Santos peruanos con su fecha de canonización y el día de su celebración

(Oficina de Comunicaciones de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima)