Según el testimonio escrito en la Crónica Anónima de 1600, Historia General de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú, el P. Alonso de Barzana “dio el alma a su criador y Señor, quedando todo el colegio ternísimo por la falta de gran varón y por otra parte con mucho consuelo por el raro ejemplo que así en vida como en muerte había dado como verdadero hijo de la Compañía y fue obrero de la viña del Señor inconfundible”.
Este fue el inicio de la devoción al Venerable Padre Alonso de Barzana desde la madrugada del día 1 de enero de 1598, en que falleció en el Colegio de la Compañía y fue enterrado en la cripta de la Iglesia de la Compañía en Cusco.
El Padre General Arturo Sosa en su carta al Papa Francisco, fechada en Roma el 15 de septiembre del 2017, solicitando su beatificación le expresa: “Pienso que haría un gran bien espiritual, pastoral y misionero a la Iglesia Universal, como también a la Iglesia en América Latina, la difusión de las virtudes evangélicas y de su celo apostólico..
Su testimonio de vida y su memoria siguen presentes por haber sido un sacerdote misionero expresando su amor personal a Jesucristo en la atención preferencial de los habitantes de nuestros pueblos más alejados y olvidados, proclamando el evangelio en las lenguas de aquellos pueblos. En vida fue conocido como el Padre santo, el apóstol de los indios, a ejemplo del gran misionero universal San Francisco Javier.